lunes, 29 de diciembre de 2008

La identidad atribuida y el desafío del Trabajo Social

Por Estrellita Guevara
Uno de los mayores desafíos del Trabajo Social hoy es romper con la identidad atribuida en los orígenes del ejercicio profesional, una identidad que no ha logrado ser superada hasta el momento, y que coloca al profesional en la función de control y manipulación de los sectores con los que trabaja, siendo puesto al servicio de los intereses de la burguesía y de la reproducción de las relaciones sociales en el marco del sistema capitalista... o como mero distribuidor de recursos materiales, o policía del Estado, o "el que te da las chapas" y "te quita los chicos".

En lo que se denomina Reconceptualización del trabajo social, proceso iniciado a la luz de los acontecimientos mundiales a partir de comienzos de los años '60, comienzan a darse importantes cambios en las Ciencias Sociales en general. En el Trabajo Social en particular, se realiza una fuerte crítica de las técnicas y métodos utilizadas por la profesión hasta ese momento, de su pretensión de neutralidad y objetividad frente a la cuestión social, y la desvaloración de la dimensión ética-política de la intervención profesional. Los sectores críticos de la profesión que impulsaron esta revitalización de la profesión hacían hincapie en no ser meros agentes compensadores de carencias o promotores del "desarrollo". De lo que se trataba era de transformar radicalmente la realidad, actuar sobre las causas profundas de los "problemas sociales".

Si bien dentro de la reconceptualización se generaron al interior del colectivo profesional diversas corrientes, como el conservadurismo, cientificismo y tecnocratismo, la hegemonía o posición más fuerte, en sintonía con los nuevos vientos que corrían en América Latina, fue la corriente crítica, que proponía una interpretación histórica dialéctica de la realidad, y una acción del profesional comprometida con los intereses del pueblo.

Ahora bien... ¿qué podemos encontrar en la práctica contemporánea de los trabajadores sociales?

Gustavo Parra considera que dentro de la profesión se da un fuerte eclecticismo, es decir, la incorporación indiscriminada de perspectivas al cuerpo de teorías y métodos de la profesión, lo cual no posibilita visualizar un proyecto hegemónico y una identidad colectiva dentro del ámbito profesional.

Encontramos también la permanencia histórica de las identidades atribuidas tanto por el Estado como por los sectores con los que trabajamos. Considero muy acertado el análisis que realiza Lucía Martinelli al respecto de la identidad alienada del trabajador social, que no logra la autoridad para imponer sus propias definiciones de sí mismo. La práctica del trabajador social se torna alienada y alienante en tanto el profesional actúa desde una posición enajenada de su propia realidad. "Olvida" su carácter de trabajador asalariado, olvida que muchas veces las realidades sobre las que interviene también atraviesan su propia vida cotidiana. Queda envuelto en la ilusión de "servir" al otro, por lo cual su identidad se fragiliza y no logra desarrollar una conciencia "para sí". Y tras esta falsa apariencia de la ayuda, sigue siendo funcional a los intereses de los sectores dominantes.

El desafío del trabajo social hoy es no quedarse atado a esa identidad que lo colocaba como instrumento de sutil dominación de la burguesía. La reconceptualización demostró que un trabajo social alternativo es posible. Hoy es posible mediante un proceso permanente de crítica y superación, romper con la enajenación de la identidad y de la práctica profesional, llevando adelante un ejercicio que supere el burocratismo y el pragmatismo, y que tenga como fin no ya la "cohesión" y el control social, sino la emancipación del hombre.

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